No existen datos históricos concretos que hablen de las técnicas reflejas, se sabe que su antigüedad se remonta casi a 5.000 años y que fue practicada especialmente en oriente.
China fue su cuna, era utilizada aisladamente entre miembros de unidades familiares como ayuda en el alivio de diversas molestias. Según parece cayó en el olvido, debido al auge de técnicas energéticas como la acupuntura. Siendo redescubierta a primeros de este siglo por el doctor norteamericano William H. Fitzgerald, otorrinolaringólogo. Labor que fue continuada por Eunice D. Ingham, que dedicó toda su vida a la práctica y enseñanza de esta técnica.
Actualmente está muy extendida a nivel mundial y cada vez son más las personas que cuentan en su haber con este método terapéutico ancestral.
Consiste en la aplicación de masajes específicos en puntos, zonas y áreas reflejas de los pies, a fin de conseguir la estabilidad funcional, estructural y emocional del organismo.
Esta técnica está encuadrada dentro de las denominadas terapias alternativas, holísticas o manuales, en el campo de la medicina natural. Por lo que el concepto de la misma, es global, en oposición a la concepción convencional. La última trata de especializarse cada vez más en sistemas fisiológicos separados. Mientras que las terapéuticas reflejas o naturales, contemplan todos y cada uno de los sistemas, teniendo presente su interconexión con el resto. Por lo tanto irá encaminada a la armonización global de todos y cada uno de los sistemas orgánicos en general, cuando en alguno en particular, se presente alteración. Ya que cualquier anomalía en uno, por pequeña que sea, puede comprometer el buen funcionamiento de los demás.
Las sesiones tienen una duración de 1 hora y se deben realizar una vez en semana
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